Los alumnos de la Facultad de Medicina de Sevilla reflexionan sobre las razones y las emociones que los motivan para estudiar medicina. Se invita a participar en el mismo a estudiantes de otras Facultades de Medicina u otras personas interesadas en participar en el mismo con sus comentarios (Students of the Faculty of Medicine of Seville reflect on the reasons and emotions that motivate them to study medicine. Are invited to participate in the students from other medical schools or other interested persons to participate in it with your comments). (Pablo Bonal Pitz).

La medicina es un duro romance

Pienso en hace seis años y dónde estaba, lo pienso ahora y siento que en esencia no han cambiado las cosas para mí en tanto tiempo, la medicina comenzó como una curiosidad o una ambición y acaba convirtiéndose en un anhelo, una pasión y algo más que una afición. Es una doctrina con la que mantienes una relación fluctuante, desde la máxima dedicación hasta la repulsión, pasando por miles de posiciones intermedias. Es en sí misma cambiante, adaptable a los nuevos tiempos y a los diferentes niveles y exige un alto grado de compromiso por parte de uno mismo que no siempre está dispuesto o puede asegurar o cumplir. Sin embargo a pesar de esto, cuando estás ya dentro de esta dinámica quizás, como con las relaciones con las personas, prefieres seguir manteniéndola aunque sea estando de mal humor. Prefieres llevarte y tener ese contacto que no tenerlo. Al menos así me pasa a mí.

Seamos sinceros, cuando empecé la carrera no estaba seguro si quería ser médico, para empezar no sabía ni lo que quería ser. Quería ser y hacer tantas cosas que medicina se me antojaba una más de las posibilidades a las que encaminarme. Ciertamente estaba interesado, me gustaba, tal vez la que más, pero la idea vocacional, la idea de “desde pequeño he querido ser médico” no estaba. Así que lo mío ha sido un descubrimiento, un enamoramiento lento y progresivo, un descubrir qué es y disfrutar de ello, un aprender constante, una sensación de nunca acabar de conocerlo todo y que cuanto más inmerso te hallas en ello, más te das cuenta que te queda mucho por saber. Pero ahí queda que a pesar de todo, siempre quieres seguir con ello y más atrapado te encuentras.

Pero no es un camino fácil de recorrer y es normal que en el transcurso de esta andadura haya baches y obstáculos en el camino. La docencia en la carrera deja mucho que lamentar, se sacrifica tiempo personal que debes dedicar a esto, encuentras compañeros perfectos pero otros que van por otras entendederas que pueden ofuscarte -es una carrera que siempre todo se toma desde un punto de vista muy personal- los fracasos pesan y tenemos mucho en nuestra contra (tanto en el plano académico como en el clínico), es una prueba de resistencia constante ante la cual podemos vernos derrotados en cualquier giro de los acontecimientos; pues no nos queda otra que asumir que en esta “ciencia” (más bien arte) las cosas son así.
La medicina es para mí una carrera que se dedica al estudio del ser humano, y el ser humano es tan increíblemente complejo, resulta titánica la tarea de intentar comprenderlo. Hay que ser un poco de todo (a veces un mucho de todo) para poder dedicarte a esto: biólogo, filósofo, químico, psicólogo, físico, sociólogo y hasta economista (ahora que estamos en crisis). Y esto, permítanme que lo diga así, es fascinante. Pero me corrijo, no se trata de comprender únicamente cómo somos los seres humanos: se trata de actuar, se trata de ayudar, se trata de tratar. Es hacer de la vida de los demás algo más agradable, más cómoda o más llevadera. Como he dicho antes, es una carrera dura, es una profesión difícil, y requiere pasión y entrega. Pero al tratarse de cuidar, proteger y curar lo más importante que cada uno tiene en el mundo, que es su vida; cuando alguien pone la confianza en ti para que lo ayudes, es cuando pasa de ser fascinante a ser maravilloso. Y eso merece la pena.

En la medicina subliman los ideales de dedicación y entrega a la sociedad, a las personas. Para entregarse a ello ha de hacerse un enorme esfuerzo cuya única recompensa que no nos podrán quitar es la de querer haberlo intentado y hacerlo de la forma que nosotros hayamos considerado correcta.
¿Por qué estudié medicina? Primero por querer saber, ya luego descubrí otros motivos que son más satisfactorios que este; pero debe subyacer esa curiosidad por tratar de acercarte. Lo demás lo vas descubriendo con el tiempo, es muy fácil enamorarse de todo esto.

Juan Antonio Ramón Soria, 6º HUV Valme

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